“Nunca más en Chile”
Jessica Acuña Neira
El día 12 de noviembre del año 2019, en una sala del Obispado de Copiapó, se inauguró la muestra “Nunca más” del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos en la que se exhibió el material recopilado tras meses de entrevistas, fotografías, documentos y todo tipo de material necesario para reconstruir lo vivido en época de dictadura, las violaciones a los derechos humanos, detenciones, asesinatos, torturas y los movimientos de resistencia de diverso tipo que trabajaron por la recuperación de la democracia en la Región de Atacama. Esto, junto a módulos que daban cuenta de los procesos vividos nacionalmente como el golpe de Estado, las violaciones a los derechos humanos, el plebiscito y la cultura que tomó un papel de resistencia.
Estaban presentes la Vice Presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos y Detenidos Desaparecidos de Atacama, Ingrid Aguad, varios de los integrantes de esta organización, como Cecilia Pérez, hija Pedro Pérez, profesor de la Universidad de Atacama asesinado por la caravana de la Muerte, Nestor Ubillo, dirigente de la organización PRAIS, la que alberga a quienes reciben reparación y asistencia integral en salud por parte del Estado por haber sido víctimas de violaciones a sus derechos humanos durante la dictadura y dirigentes de exonerados y ex presos políticos como Felipe Chiang.
También varios de los que dieron su testimonio, como Osman Cortés, periodista, quien estuvo detenido, relegado y al volver a trabajar hizo una importante labor desde Diario Atacama, investigadoras como Sara Arenas, quien trabajó en la muestra, y el Director del Museo de la Memoria, Francisco Estévez.
Ingrid Aguad recuerda que hubo palabras de agradecimiento por contar con la muestra en Atacama, que era un momento muy especial, lleno de emociones para quienes vivieron el dolor de perder a un ser querido o las otras caras de la represión y que además estaban presentes muchos de los que lucharon por la verdad y aportaron a la recuperación de la democracia. Hablaron de educación en derechos humanos para que “nunca más en Chile” se volvieran a repetir hechos como éste. Por eso se habían organizado integrantes de la agrupación, del PRAIS, de varios de los presentes para ser monitores voluntarios y abrir todos los días durante un mes este espacio, explicando a los asistentes de qué se trataba, aprovechando la oportunidad para educar.
En uno de los módulos se podían ver entrevistas audiovisuales, a quienes sufrieron prisión política, a las que participaron de la UDEMA, la Unión de Mujeres de Atacama, a los que formaron la FESCO, la Federación de Estudiantes Secundarios de Copiapó, a artistas, exonerados políticos, familiares de ejecutados políticos. En otro módulo, se leían cartas escritas desde la prisión. Revistas culturales como también noticiosas como “Trasfondo” de Jorge Oporto desafiaban la censura para hablar de la caravana de la muerte, el femicidio contra Gloria Stockle, en un sala más pequeña de lo deseable, pero luminosa y llena de calor humano, en una arquitectura de las casonas del siglo XIX, es decir un patio interior techado con paredes altas, hechas de barro y caña, pero revestidas de manera tal que siempre se ven señoriales.
En un momento ingresó a la sala Mario Silva, junto a un grupo de personas que lo acompañan. Era pasado el medio día y dirigió un acalorado discurso desde el podium. Venía de la plaza, de las manifestaciones que desde octubre del 2019 se repetían en la ciudad, como en el resto de Chile, habló de la esperanza de cambiar el país, de ese pueblo que despertó y que ahora se encontraba en las calles, en las plazas, marchando, que demostraba la necesidad de un sistema distinto, de cambios profundos. Hubo un grito en favor de los derechos humanos. Pero también la constatación de que el “nunca más” no era efectivo. Porque había nuevamente violaciones a los derechos humanos en las calles, por parte de agentes del Estado como carabineros, que disparaban las bombas lacrimógenas a los rostros de los manifestantes, perdigones y balines, había muchas denuncias, todos los días.
Además, nacionalmente llegaban informaciones -la mayoría de ellas por redes sociales con videos y transmisiones en directo y medios alternativos- que daban cuenta de situaciones graves: heridos por disparos de balas por el ejército durante el toque de queda, por golpes dados por Carabineros, pérdidas de uno o dos ojos de los manifestantes o incluso de quienes se dirigían a sus trabajos como Fabiola Campillay.
De hecho era salir de la sala, ubicada al frente de la plaza de Copiapó -lugar de las principales manifestaciones-, para sentir el olor a lacrimógena impregnado constantemente en los árboles, en las paredes, en las calles del centro.
Fue una sensación que muchos, con posterioridad, han dicho que sintieron con mucha fuerza: el título de la muestra no era real, no había garantías de no repetición de las violaciones a los derechos humanos en Chile.