Lilian Vilches, vocera de la Coordinadora Feminista de Atacama:

“El feminismo ya no se detiene nunca más”

Las organizaciones feministas son varias y con diversos acentos y matices, pero se agrupan en esta coordinadora donde han priorizado un trabajo territorial, en las poblaciones, en la calle, y con un fuerte acento también en las desapariciones de mujeres que, lamentablemente no han dejado de suceder en nuestra zona.

Por Axel Indey Olmedo.

       Lilian Vilches tiene 48 años y hace tres que renunció al Partido Comunista, el partido político en el que militó gran parte de su adultez. Esta renuncia, lejos de llevarla a retirarse de la vida pública, la sumergió de lleno en otra causa que siempre corrió en paralelo a su militancia partidista: el feminismo. Desde el 2017, Vilches es vocera de la Coordinadora Feminista de Atacama, la organización que reúne a las mujeres de la región que luchan por erradicar la violencia machista y la ampliación de los derechos de la mujer. En entrevista con la Casa de la Memoria de Atacama, la activista se refiere a su rol dentro de la Coordinadora, el cambio que ha experimentado la organización a raíz de las últimas desapariciones y femicidios en la región y el impacto que tuvo el estallido social en el movimiento feminista.

¿Cómo nace la Coordinadora Feminista?

       La Coordinadora Feminista de Atacama nace el año 2016 por la necesidad de agruparse, porque es un espacio donde se congregan todas las compañeras feministas. Yo ingresé el año 2017 y lideramos las huelgas del 2018, 2019 y 2020. Desde entonces han pasado hartas compañeras y muchas de ellas han creado diferentes espacios porque el feminismo no es lineal, tenemos distintas formas de vivir nuestro propio feminismo, algunas nos acercamos a ciertas posturas y otras se acercan a otros grupos, pero si hay que salir a la calle igual nos juntamos.

¿Cómo era la discusión de género en Copiapó antes de que el feminismo se tomara la agenda pública?

       Nosotras ya habíamos empezado a accionar desde antes, había agrupaciones feministas como las Morgana, Gritona, etc. Si bien acá no hay mucha información al respecto, las mujeres siempre han estado en la calle. Estuvieron en dictadura, desde la trinchera del hogar y cuidando a los niños mientras los hombres salían a protestas. En las poblaciones eran las mujeres las que lideraban la lucha, mucho más que los hombres. Nosotras tenemos una historia como mujeres, quizás no definida específicamente como feministas, pero sí a través de organizaciones en las que nos agrupábamos para protegernos entre nosotras. Ya en el año 2014 se empezaron a crear comisiones de género en las instituciones de la región y los servicios públicos empiezan a elegir delegados para estas comisiones, participan en mesas sociales donde se discutía el tema de género y cómo incluirlo en las políticas internas. Ahora todo el mundo, especialmente las empresas, tratan de mostrar que están preocupados por el tema de género, pero siguen ocurriendo abusos laborales que no son denunciados por el temor a perder el trabajo.

¿Crees que los representantes políticos de la región le han tomado el suficiente peso político al tema de género?

       Autoridades de gobierno no. A la derecha lo que menos le interesa es anteponer los derechos de las mujeres porque nunca van a estar a favor del aborto, por ejemplo. No por un tema de convicción ni de religión, sino porque la derecha ha demostrado a través de la historia que lo que necesitan es mano de obra barata. Y hay miles de niños que crecen sin afecto porque están obligando a las mujeres a parir, entonces terminan en hogares de menores, en centros del Sename, etc. Nosotras con el gobierno nada. Nunca hemos tenido acercamiento con ellos y tampoco lo vamos a tener. Incluso el año pasado denunciamos a Manuel Corrales, que en ese momento era Gobernador, cuando filtraron un video suyo hablando con un tono misógino y machista que te reflejaba todo lo que pensaba. Y del resto de las autoridades, la verdad es que sí nos invitan a reuniones para contarnos que están en ciertos proyectos, nos hacen parte de la discusión. Pero sí hace falta acercamiento por parte de otras autoridades.

¿Cómo ha ido evolucionado la conmemoración del 8M en la región en los últimos años?

       El de este año fue distinto porque estábamos post estallido y en febrero había decaído el tema de las protestas. Nosotras en la Coordinadora estuvimos en enero en el Encuentro Plurinacional de Las que Luchan, donde llegan compañeras de toda Latinoamérica y de todo Chile. Y ese encuentro plurinacional se hace en la previa al 8M. Obviamente la conversación cambió completamente respecto a la del año anterior porque estábamos en pleno estallido social, había una discusión grande que hacer sobre nuestra participación como feministas dentro del estallido. Entonces este 8M fue distinto. En cambio, para el 8M del 2019 había desaparecido justo la Marina Cabrera y había sido asesinada la Sussy Montalván, entonces había otro contexto. Después tuvimos que sumar lamentablemente a la Catalina, a la Tania y ahora a la Tiare, que todavía no aparece. Pero en todos los 8M ha habido un incremento de compañeras que participan, y a la vez vamos sumando nuevas luchas, todos los años hay nuevas discusiones. Este año, por ejemplo, trabajamos el tema de la violencia obstétrica. También con la pandemia está el tema de la violencia intrafamiliar  y las denuncias. Nosotras somos autoconvocadas, entonces no recibimos recursos. Agradecemos obviamente los espacios que nos han entregado diputadas y diputados de la región. Es importante que los congresistas nos llamen porque las mujeres tenemos harto que decir, no queremos que nos dejen fuera. Hemos conversado con compañeras que están en plena lucha en México, que hicieron una toma simbólica del Congreso, performances en la calle, etc. Ellas nos comentaban que no trabajan directamente con los parlamentarios, pero sí están constantemente en comunicación para poder cambiar ciertas cosas, para obligarlos a incorporar nuestras luchas, porque ya no somos las mismas de antes.

¿Cómo crees tú que se relaciona el tema del feminismo con la revuelta del 18 de octubre de 2019?

       Nosotras en marzo del 2019 ya habíamos sacado una cantidad impresionante de gente a la calle y notamos que las mujeres tenían ganas de salir. Notamos que había una necesidad inmensa de expresarse más allá de lo convencional. Después pasa el tema del arresto de Hugo Pastén y las compañeras que desaparecieron y nosotras empezamos a salir y a protestar. Después viene el estallido social, que nos pilla en un encuentro regional que tuvimos, llamado “Las que luchan”, que se daba durante el 18, 19 y 20 de octubre. Nosotros el 18 ya empezamos a tener noticias de Santiago, el 19 no pudimos realizar todos los talleres que teníamos programados para el día porque a la hora de almuerzo ya había videos de lo que pasaba y a las cinco de la tarde de ese día queríamos solamente bajar al centro a ver que estaba pasando. Llegamos y nos encontramos con una cantidad impresionante de gente, marchamos en conjunto con todo el mundo, gente que yo no veía hace mucho tiempo en la calle. Y ahí hemos seguido, tuvimos compañeras en primera línea que están metidas en el trabajo territorial a fondo. También son parte de la Coordinadora compañeras súper jóvenes que están empezando su proceso de aprendizaje de lo que significa ser feminista, preocupación que les nació a raíz del estallido social. Se preguntan por qué les tienen que pasar más cosas que a los hombres, ¿por qué a mí me tienen que violentar en el hogar? Esas son las típicas preguntas con las que uno se empieza a abrir hacia esa búsqueda.

¿Cómo viviste en lo personal y desde tu perspectiva feminista el estallido social?

       Nosotras siempre hemos tenido dentro de nuestras luchas el marchar de manera separatista, sin hombres dentro de nuestras marchas. Hay fechas específicas durante el año donde necesitamos visibilizar nuestros propios motivos por los cuales salimos a las calles: el 8 de marzo, el 25 de noviembre y ahora el 19 de diciembre que es el día contra el femicidio. Y el año pasado también resguardábamos nuestros espacios por un tema de seguridad, porque nos encontrábamos con agresores que se metían a las marchas y llegaban con una polola de la mano y la polola lo amaba, pero resulta que ese mismo personaje agredió psicológica o físicamente a una compañera. Entonces, para resguardar nuestros espacios, nosotras cuidamos que sean propios, nuestros, separatistas. Para muchos es una palabra que asusta, como si odiáramos a los hombres. No es eso. Nosotras resguardamos nuestros espacios como mujeres porque en estos momentos en Copiapó hay un peligro latente y hay mucho miedo, entonces tenemos que cuidarnos.

¿Ha cambiado las prioridades dentro de la Coordinadora desde el estallido social?

       Sí, efectivamente. No relacionado primero con el estallido social, sino que cuando empezaron a desaparecer las mujeres el 2019, cuando aparece asesinada Sussy Montalván o cuando desaparece la Marina Cabrera, nosotros creamos una especie de protocolo. Cuando nos empezamos a enterar de mujeres desaparecidas esperamos cierta cantidad de horas, una de nosotras llama y se mantiene en contacto con la familia. En el caso de que sea un susto no más y aparezca la chiquilla, todo bien. Pero si no aparece empezamos a salir a pegar afiches. En este rato las compañeras siguen saliendo porque todavía no aparece Tiare Elgueda, por ejemplo. Con el estallido social el trabajo no sé si cambió, porque la Coordinadora tiene muchas aristas, entonces ha habido hartas mentalidades distintas dentro de la agrupación y en este rato hay muchas chiquillas jóvenes que militan en partidos políticos o que están metidas en temas políticos. También hay otras que no. Pero ese es el logro de la Coordinadora: nuestro trabajo no está en la academia, no está en conversar cada día con las compañeras que ya entienden el feminismo. Nuestra idea ha sido siempre llevar esto al territorio, donde están las mujeres que realmente sufren vulneraciones en todos sus derechos. Estamos enfocadas en eso, por lo tanto dentro de nuestro trabajo tenemos dirigentas sindicales, vecinales, personas de organizaciones sociales externas, todas mujeres que trabajan en territorios.

¿Hay personas de la Coordinadora que estén en la primera línea y en combate callejero?

       Sí, está la colectiva Feminista Rebelde, donde hay chiquillas más jóvenes que están saliendo casi a diario. Yo personalmente ya no ando al medio, tomo cierta distancia porque estuve detenida para el 8 de marzo y aún no tengo la audiencia porque se postergó por la pandemia. Ese día habían tomado detenido al vocero de la asamblea de disidencias, Juan Domingo Rojas, por lo que fui a la comisaría y allí obviamente no me querían dar información. Empezamos a discutir, había muchas otras personas también exigiendo la libertad de otros compañeros y en un momento me pescan del brazo, me hacen una llave y me tiran para dentro mientras las compañeras gritaban afuera. Me forzaron a una silla y hasta el día de hoy no puedo doblar bien el brazo. Llegué a tener la mano negra en un momento. Después entraron como 4 o 5 carabineras a preguntarme si yo era “la feminista” y empezaron a burlarse. Y obviamente yo no me iba a quedar callada, empezamos a discutir y yo trataba de estirar las piernas para que me soltaran. Al final las sacaron y de hecho tienen sumario por ese motivo. Fue todo muy desagradable. Y cuando tú estás en esto, en la lucha social, esperas que estas cosas no sucedan. Que no haya detenciones arbitrarias con tanta violencia.

¿Crees que existió una diferencia de trato entre hombres y mujeres durante el estallido social por parte de Carabineros?

       De todas maneras. En dictadura se utilizó la violencia político sexual en compañeras que fueron violentadas sexualmente por agentes del estado y todavía hay agrupaciones de mujeres sobrevivientes a esos sucesos. Uno de los horrores más grandes que puede sufrir una mujer es la violación. Para el estallido social hubo casos de compañeras abusadas sexualmente, desnudadas y lanzadas al piso. Hay fotografías que lo avalan. Se vuelven a repetir los patrones porque los agentes del estado siguen siendo los mismos. Quizás van renovando sus generaciones, pero el adoctrinamiento es el mismo. Y lamentablemente las mujeres que forman parte de esas instituciones también están claras con el tema de las violaciones. Solamente recordar que en la Venda Sexy era una mujer la que amaestraba a los perros para que hicieran las violaciones. Hoy es igual, las policías saben que se cometen estas atrocidades y callan.

¿Existe violencia machista por parte de Carabineros?

       Claro. Es una institución que debe ser completamente reformada. No es que nos quedemos sin fuerzas de seguridad, pero tienen que ser reformuladas por entero. Porque además actúan sin perspectiva de género. En las denuncias de violencia intrafamiliar siempre hacen lo mismo, no se ponen en el lugar del otro, son súper fríos cuando la mujer lo que necesita en esos casos es contención. Y esa es una de las discusiones importantes que tenemos nosotros con instituciones como la Fiscalía o el Gobierno. Nosotras insistimos en que las personas que reciben las denuncias deben estar capacitadas como tal o deben pertenecer al área social, como psicólogos o trabajadores sociales. Porque las mujeres necesitan un trato adecuado en esas situaciones, si tú te encuentras con una persona que no te va a entender, que te va a preguntar qué hiciste para que tu marido te pegara las mujeres después no van a ratificar las denuncias. Si existiera una ley de acompañamiento en ese sentido podríamos conseguir que más mujeres denunciaran. En este rato la tasa de denuncias es alta, pero si más mujeres ratificaran la denuncia sería otro escenario. Estaríamos hablando de una cantidad impresionante de mujeres, sobre todo ahora en pandemia.

¿Cuál es tu visión sobre el futuro de la Coordinadora y el futuro del movimiento feminista?

       El feminismo ya no se detiene nunca más. Las mujeres no nos vamos a devolver nunca más a la casa. La que le toma el gusto a esto no tiene vuelta atrás. Es un camino largo, no es fácil, pero es bello porque conoces gente maravillosa. Es difícil en el sentido que te empiezas a dar cuenta de que tienen muchas actitudes que tienes normalizadas y no son sanas, que son violentas. Te encuentras también en el camino con personas que desacreditan, que tratan de menospreciar el movimiento. El típico público opinante de las redes sociales pero que no se mueve y nunca los ves en la calle. Cada cierto tiempo nos llegan mensajes a la página de la Coordinadora que nos dicen “hola, buscamos al hombre de la casa” o cosas por el estilo. Empiezan a llenar la bandeja de mensajes y se pierden otros importantes porque a algún estúpido se le ocurrió mandar un mensaje de esa manera. Actualmente la Coordinadora está compuesta por muchas chiquillas jóvenes, muy jóvenes. Mi participación en este rato es de vocera pero en algún momento tengo que dejar este espacio porque me exige un compromiso diario, a veces no tengo sábados y domingos libres. Pero esa es la pega, llegar a ese sector de la población donde no llegan las compañeras que están en la discusión teórica, lo que también es bastante valorable. Pero nosotras estamos en el territorio. Ahí queremos estar y de ahí no nos vamos a mover.